Te conozco en las batallas de mis sombras,
cuando vienes tú, tenebrosa,
y se van hasta las orcas.
Tu traje brillante de cuero,
tus pestañas: el oleaje más negro,
y a tu cintura ceñida la noche cual velo.
Tus piernas elevadas sobre tacones gruesos,
tu pelo azabache cual ruta hacia el averno,
al verte renazco y se me van hacia ti todos los besos.
Conozco esas uñas largas pintadas de fuego,
conozco esa lengua lamiendo mis surcos gimiendo,
y tu saliva mojando la tierra reseca de mi vasto desierto.
Ahora, solo, sufro imaginando tu cuerpo,
en mi garganta se han quedado los manjares de un cielo,
y añorándote, no hablo. Sólo repito 'te quiero'.
Fénix Hebrón
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